La nutrición en esta primer etapa de tu bebé será de mucha importancia para su vida adulta.
La primera infancia es un período corto y muy dinámico.
El impacto de la primera infancia en el desarrollo es una característica peculiar que distingue al ser humano de otras especies. La etapa prenatal y los primeros tres años de vida constituyen un período crítico para el desarrollo cognitivo, del lenguaje y de las destrezas sociales y emocionales de las personas.
Lo que sucede con un niño durante esta etapa es determinante para su bienestar presente y futuro: el 40 % de las habilidades mentales del adulto se forman en los tres primeros años de vida.
Los mayores cambios ocurren en el cerebro y se dan durante los primeros dos años de vida.
Se trata del período de la vida en que el cerebro experimenta un crecimiento único: su tamaño se duplica y el número de sinapsis neuronales crece exponencialmente.
Estas modificaciones constituyen un verdadero cimiento para la actividad cerebral. Al igual que una casa, todo lo que se pretenda construir estará determinado por la fortaleza y la extensión de dichos cimientos.
El cerebro alcanza el 87% por ciento de su peso a los 3 años de edad. Entre el 50 y el 75% del consumo de energía en los primeros años está asignado al desarrollo cerebral.
Lo que viven en sus primeros mil días es la base del resto de su vida.
La huella de la experiencia
Este crecimiento y desarrollo cerebral está determinado en gran parte por una buena nutrición, pero también por la experimentación y la vivencia de experiencias emocionales enriquecedoras. La nutrición, la salud y la protección y cuidado en esta etapa constituyen los nutrientes esenciales que el cerebro necesita para desarrollarse. Numerosos estudios internacionales han demostrado que la experiencia humana durante la primera infancia tiene efectos que perduran durante toda la vida del individuo. Una situación adversa en la primera infancia se asocia con problemas de salud (física y psíquica) en la vida adulta, mayor mortalidad, un desempeño social conflictivo y un menor nivel educativo. Por el contrario, la experiencia positiva está asociada a efectos altamente favorables en todas estas dimensiones. Se trata de una oportunidad irrepetible en cualquier otra etapa de la vida, un momento único que bien encarado puede desencadenar un desarrollo pleno y saludable. Por eso el desarrollo infantil es mucho más que una alimentación adecuada.
La estimulación oportuna y el juego son fundamentales para un adecuado desarrollo cognitivo, como también la autonomía para ser creativos. Pero los niños de 0 a 3 años se desarrollan y aprenden con mayor rapidez cuando, además, reciben afecto, comprensión, cuidado, estimulación (un medio ambiente enriquecedor) y atención de la salud. En este sentido, la estimulación no se logra dándole al bebé juguetes caros y tecnológicos. Los bebés no aprenden viendo videos ni televisión, sino de la interacción con personas reales.
La importancia de un vínculo sano en la crianza
El vínculo con la mamá o el papá es lo más importante en la vida un niño. Es esa conexión que se construye entre el bebé y el adulto referente lo que hace toda la diferencia y potencia su desarrollo. Cuando el niño o niña recibe una buena crianza y este tipo de atención durante sus primeros años, tiene más posibilidades de sobrevivir, de crecer de una manera saludable, de desarrollar plenamente su capacidad de pensamiento, verbal, emocional y sus aptitudes sociales. A esta temprana edad se estructura la base de la personalidad del sujeto, las matrices afectivas, de aprendizaje, de inserción social y se genera gran parte de las condiciones personales para el futuro individual y social. La forma en que los niños y niñas son criados o atendidos en los primeros años de vida puede influir el funcionamiento cerebral por el resto de la vida e incluso repercutir en futuras generaciones. El estímulo y la interacción temprana con los padres y otros cuidadores son un impulso esencial para el desarrollo cerebral y para el aprendizaje a lo largo de la vida. El aprendizaje durante la primera infancia dura toda la vida y arroja grandes dividendos. No todos los responsables del cuidado de niños y niñas son conscientes de la importancia que tienen los primeros años de vida de los niños para su desarrollo futuro. En este sentido tampoco conocen ni cuentan con herramientas suficientes para lograr la estimulación, los cuidados y la protección esenciales para un desarrollo adecuado. Falta conciencia también acerca del importante rol que cumplen los adultos como referentes en la vida de los niños y sobre las formas en que se puede fortalecer ese vínculo de apego para que los niños se sientan cuidados y protegidos por ellos. Un buen comienzo para toda la vida La falta de un vínculo seguro con un adulto que lo cuide, la privación temprana, la adversidad y la violencia generan en el niño un tipo de estrés tóxico que causa daños permanentes en el desarrollo de su cerebro. Estos efectos, que se perpetúan de generación en generación por la reproducción de un mismo modelo de crianza entre padres e hijos, pueden desencadenar en los niños una situación de desigualdad que continúe de manera cíclica durante generaciones. Asegurar que los niños disfruten durante sus primeros años de las mejores condiciones de vida es una de las inversiones más inteligentes para un país que piensa en su futuro y en la posibilidad de ser parte de una economía mundializada que se basa en la fortaleza de su capital humano. Garantizar un buen comienzo para los niños y niñas contribuye a quebrar los ciclos de la pobreza, enfermedades y violencia.
Si priorizamos el comienzo de la vida, cambiamos toda la historia.
Ahora que conoces la importancia de los primeros 1000 días de vida de tu bebé conoce sobre la alimentación que ayudará a tu bebé a alcanzar todo su potencial en la edad adulta.
Fuente: UNICEF
https://www.unicef.org/uruguay/spanish/pdf_digital_final-interactivo.pdf
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